Por David Fischman
OPINIÓN. En un Congreso Internacional de Liderazgo realizado en Washington, asistí a una ponencia cuyo titulo me atrajo: "Espíritu, silencio y reflexión en liderazgo". La sala estaba, sorprendentemente, llena con más de cincuenta doctores de las mejores universidades americanas, interesados en profundizar sobre el silencio y lo espiritual. Todos comentaban la importancia del silencio en el liderazgo. Lo consideraban una pieza fundamental en el entrenamiento de liderazgo.
¿Qué es el silencio?
Es dejar nuestra actividad diaria y sentarnos solo con nosotros mismos. Es tener un momento para dejar de hacer y empezar a ser. Es un espacio para buscar nuestra verdadera identidad. Es dejar de lado nuestros roles: nuestra profesión, nuestro rol de familia, nuestro rol de amigo, nuestra cultura y religión, para ponernos en contacto con lo único que queda al final: nuestro espíritu.No es fácil. Cuando entramos en silencio el primer reto es acallar el sonido externo, la bulla de autos, personas, pájaros y otros sonidos.
Esto se puede lograr si nos concentramos; esa es la parte más fácil. Lo más difícil es acallar nuestra bulla interna, nuestros pensamientos. Haga la prueba en este momento. Siéntese unos minutos en silencio y verá cómo una lluvia de pensamientos le mojarán la mente con preocupaciones del futuro o del pasado.¿Por qué entrar en silencio cuando hay tanto que hacer? Es como esa persona que se encuentra con un leñador en el bosque cortando un árbol con una sierra. La persona, al ver que el leñador mueve y mueve la sierra sin cortar nada ya que su sierra está desafilada, le pregunta: "¿Por qué no para y afila su sierra?" El leñador le responde. "No puedo parar, tengo muchos árboles que cortar". Entrar en silencio es afilar nuestra sierra.
Es sorprendente lo que ganamos dejando de hacer cosas. Aunque nuestra cultura nos oriente cada vez más a la acción, es cuando dejamos de hacer cosas que mejoramos como personas. Es como querer ingresar a una habitación, donde la puerta se abre hacia fuera, empujándola hacia adentro. Podemos pasarnos todo el día intentando abrir la puerta, forcejeando y empujando pero la puerta no cederá. Lo mismo ocurre con la felicidad interior.
Es difícil conseguirla empujando, necesitamos parar y encontrar el mecanismo para abrir la puerta. Entrar en silencio te ayuda a entender cómo abrir la puerta de la felicidad. Algunas personas no entran en silencio por temor a lo que encontrarán dentro de sí. El temor los hace rodearse permanentemente de gente, en reuniones sociales, o hablando por teléfono. A falta de compañía, entonces el televisor es una buena alternativa. En general, todo lo que les permita no estar con ellos mismos. Es cierto que estar en silencio te enfrenta a ti mismo y, si uno no quiere ver lo que hay en el espejo de nuestra mente, puede resultar muy incómodo. Sin embargo, si pasamos esta etapa, y seguimos en silencio por media hora al día, encontraremos enormes beneficios.
Empezaremos a sentir una paz y tranquilidad única. Una sensación de conexión con el todo. Como mencionaban los doctores en la conferencia, el silencio te da distancia y perspectiva, y es vital para el liderazgo. No reaccionas negativamente ante los problemas; en cambio, mantienes tu paz y tomas decisiones más acertadas. Diariamente en la oficina, estamos en un bosque lleno de problemas y a veces perdemos nuestra dirección y no sabemos qué camino tomar. Cuando entramos en silencio, nos elevamos hacia la copa más alta y se nos presenta una perspectiva más amplia que aclara nuestra ruta. En el silencio escuchamos un sonido que nos guía a nuestro destino.
El autor es miembro de Beyond Leadership Group y vicerrector de Innovación y Desarrollo de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas www.leadercli.com
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